sábado, 19 de septiembre de 2009

El café era la excusa


Nos reencontramos gracias a esto del FaceBook (que es la leche, ¡claro está!). Una de repente busca a ese viejo conocido del que recuerdas el nombre. Este amigo tiene entre sus amigos a esa persona que un día pasó por tu vida y dejó 'huella' y ... ¡plaff! En esto que los agregas y te confirman su amistad. Buff, piensas... "qué bueno, se acuerdan de mi". (Para esto otro día dedicaré un post, porque hay tema para hablar sobre ello...). Y así fue como nos reencontramos. Ester, Mónica y yo.
Con ellas he pasado esta tarde. Bueno, con ellas y con las hermanas de Mónica (Sonia y Montse) y claro, mi hija Daniela. El café salió en el mes de mayo (no me he puesto a mirar los mensajes, pero los tiros andaban por ahí) y mira por dónde, hasta hoy no ha tenido lugar. Pero bueno, a eso no viene esta entrada.
Nos hemos puesto a recordar viejos tiempos, a ponernos al día en cuatro o cinco horas de estos diez años de no contacto, de contarnos cómo nos va, a qué nos dedicamos... a dejar que esos diez años no existieran de pronto. Con esto hemos podido acercarnos un poquito más cada una de nosotras.
Si me pongo a pensar en cómo conocí a Mónica o a Ester soy incapaz de recordarlo. Sólo sé que con una nos pasábamos tardes y tardes, enfrente del portal donde una u otra vivíamos, hablando y hablando... y nos daban las tantas de la noche. ¡Teníamos tanto que contarnos! Con la otra los ratos de tren se hacían muy amenos, cortos y divertidos, nos echábamos unas risas y también nos contábamos nuestras cosillas.
Hoy todo es bastante diferente a aquellos años. Cada una ha enfocado su vida de una manera totalmente diferente a las otras. ¿Quién lo iba a pensar, eh? Y ese café nos ha sabido a riquísimo, porque ha sido la excusa para el encuentro, para dejar que tantos años que han pasado se evaporen.
Chicas, ¿quedamos pronto para otro?