Como idea es chula, pero la verdad es que no iría allí de vacaciones (sólo si es gratis y no sé...) demasiada tranquilidad, no sería capaz de aguantar más de tres días viendo todo tan quieto y sin tener nada más que hacer que descansar... ¿seré tan raro?
Hola Jal: no, no he estado jamás... tan solo cuando, entre tantos papeles en la oficina, suelo alzar la vista y quedarme tan solo unos segundos pensando... Es en ese momento cuando me imagino allí. Krambis: para el año que viene, colega; solo hay que ahorrar un poquito ;) Que hay jaac! Tienes razón, a mi me pasaría como a ti, el tercer día ya no sabría qué hacer... Pero por eso no somos raros! Gracias a los tres por vuestros comentarios.
No puedo hablar mal de la polinesia francesa, a no ser de su condición de francesa... me molestaba ver baguettes cada mañana (con el dinero subvencionado por la metrópolis, para importar la harina de la mismísima Francia), no comprendía la falta de canalización y depuración del agua de sus manantiales y sin embargo, el plástico de las botellas de Evian, llegado de los alpes franceses, inundaba mi ira en cada trago que forzadamente daba. Es cierto que me bastaba entrar bajo el agua de la laguna, para que todo fuese como en ese primer nacimiento del mundo, un paraíso sin pecado o pecadores.
5 comentarios:
Has ido?
Es ese el regalo de reyes que me prometiste? ;)
Como idea es chula, pero la verdad es que no iría allí de vacaciones (sólo si es gratis y no sé...) demasiada tranquilidad, no sería capaz de aguantar más de tres días viendo todo tan quieto y sin tener nada más que hacer que descansar...
¿seré tan raro?
Hola Jal: no, no he estado jamás... tan solo cuando, entre tantos papeles en la oficina, suelo alzar la vista y quedarme tan solo unos segundos pensando... Es en ese momento cuando me imagino allí.
Krambis: para el año que viene, colega; solo hay que ahorrar un poquito ;)
Que hay jaac! Tienes razón, a mi me pasaría como a ti, el tercer día ya no sabría qué hacer... Pero por eso no somos raros!
Gracias a los tres por vuestros comentarios.
No puedo hablar mal de la polinesia francesa, a no ser de su condición de francesa... me molestaba ver baguettes cada mañana (con el dinero subvencionado por la metrópolis, para importar la harina de la mismísima Francia), no comprendía la falta de canalización y depuración del agua de sus manantiales y sin embargo, el plástico de las botellas de Evian, llegado de los alpes franceses, inundaba mi ira en cada trago que forzadamente daba.
Es cierto que me bastaba entrar bajo el agua de la laguna, para que todo fuese como en ese primer nacimiento del mundo, un paraíso sin pecado o pecadores.
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